Se trata de una litografía firmada por el destacado artista plástico Carlos Alonso.
La Diputada de la Nación Gloria Bidegain hizo entrega de una donación a Enrique Rodríguez, presidente de la Biblioteca Popular Bartolomé J. Ronco. La misma consta de una bellísima litografía firmada por el artista argentino Carlos Alonso que pasará a formar parte de la pinacoteca de la Casa Ronco. La obra corresponde al prólogo de la segunda parte de El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha, publicado por EMECÉ en 1958. Un libro fundamental tanto para el maestro Alonso en su amplia trayectoria como ilustrador como así también al imaginario que muchos artistas han creado de este singular personaje.
Salvador Dalí fue el ilustrador de la primera parte del Quijote. Carlos Alonso resultó elegido a partir de un concurso promovido por la misma editorial, lo que le valió el reconocimiento internacional.
La crítica Diana Wechsler abordó al artista a propósito de los libros ilustrados poniendo de relieve la maestría técnica y poética visual con que supo imprimir al Quijote y Cervantes.
La Ilustración - Los Libros
La ilustración en los medios gráficos, acompañando una nota o un texto literario, suele ser un recurso más que los artistas plásticos tienen a disposición como alternativa laboral. En los años '50 cuando Alonso comienza a insertarse como artista profesional, la industria editorial gozaba en la Argentina de un período brillante, ya se tratara de publicaciones periódicas de variada calidad como de la edición de libros en general e ilustrados -que es lo que aquí interesa revisar- en particular.
En este sentido, la práctica de la ilustración no fue para Alonso sólo una salida económica, sino una búsqueda estética y política específica (en un sentido amplio). El alcance que puede tener una imagen en una revista, la tapa de un libro o ilustrando sus páginas es mucho mayor que el que puede ofrecer una exposición. Tomando conciencia de esto y teniendo un claro sentido de su lugar como artista, desarrolla intensamente este costado profesional. Como apunta Cayetano Córdova Iturburu en una nota referida a las ilustraciones del Quijote:
"realizar esa completa y alta tarea colectiva que es la edición ejemplar de un libro importa algo más (que el esfuerzo individual de un escritor o un pintor) y tiene, por cierto, más trascendente significación social que el más singular de los esfuerzos individuales. El libro como obra de arte es un índice de civilización, es decir de desarrollo general de la cultura de una sociedad, como que es el resultado de una concurrencia causal -no casual- de factores estéticos, artísticos y artesanales. Celebremos, por eso, que esta bellísima edición del Quijote sea argentina. (...)"1
Con las imágenes para las páginas de las revistas convive su tarea como ilustrador de libros: El nacimiento del ciudadano de Cúneo, en 1953 y la Antología de Juan en 1955 de su amigo Tejada Gómez. Participa en 1957 del concurso de EMECE para ilustrar la segunda parte del Quijote. Lo gana y a partir de entonces no sólo desarrolla este ciclo épico sino que emprende otros como el de Martín Fierro, también para EMECE, Refranes populares, para editorial Puma, Romancero criollo de León Benarós, para editorial Troquel. Luego trabaja sobre La guerra al malón, del Comandante Prado (1965), El matadero de Esteban Echeverría (1966), Romance de Rio seco, de Leopoldo Lugones, La Divina Comedia (1969), Madmoiselle Fifi, de Maupasant, El soldado que nos enseño a vivir, de Maria Teresa Leon y Poemas de Pablo Neruda. subrayados hacer vínculo con la serie de imágenes que ilustran estos libros)
Estos trabajos además de ofrecer una circulación mucho más amplia de su imagen, le permitió dialogar con el pasado, con otros autores como Doré o Blake que forman parte de una extensa tradición de ilustradores. Además pudo ponerse a pensar en sus planteos plásticos desde los textos literarios, lo que lo condujo a diversas soluciones, resultados y proyecciones de su obra.
En este sentido, en el caso del Quijote, se advierte que:
"Las litografías en colores y las viñetas de Carlos Alonso -las que ilustran la bellísima edición de la segunda parte del Quijote- se hallan animadas por otro espíritu. (respecto del que había regido en la primera parte ilustrada por Dalí que a juicio de la crítica estaba dominada por la "retórica daliniana, más que un caballero (...) es un descarnado fantasma surrealista" Es el espíritu de un artista que trata -en definitiva en vano- de desaparecer detrás de la grandeza de su tema; es el espíritu del artista humilde y recatadamente identificado con su inmenso asunto. Por eso hay en sus ilustraciones -dentro de la unidad de acento de su fuerte y delicada personalidad- la variedad que fluye de una extrema diversidad de visión, una diversidad condicionada por el sometimientos sensible de su expresión plástica a las exigencias de la fisonomía múltiple, humanamente universal, del dilatado tema. El humor, la gravedad y el misterio se alternan en sus ilustraciones y les confieren la sugestión que fluye de aquel realismo sostenido por la locura que es, acaso, el substrátum de la obra inmortal.
"La obra de Carlos Alonso es una de las más difundidas y conocida, por su trabajo de ilustrador, por su lenguaje incisivo y personal y su vasta producción sin caídas", evaluaba un crítico sobre el cierre de la década del '63. La tarea encarada con el Quijote y otros libros, alcanza su punto más alto en el desarrollo plástico que Alonso le da a la Divina Comedia."
La Biblioteca Popular agradece a la legisladora azuleña tan generoso gesto.